Monday, June 16, 2008

Por que causas se produjo la guerra del chaco

Uno de los aspectos más polémicos de la Guerra de la Triple Alianza es la identificación de sus causas, existiendo relevantes diferencias de interpretación. Algunos historiadores (el caso del británico Pelham Box, la corriente liberal argentina o el paraguayo Cecilio Báez) centran su análisis causal en la conducta del régimen de Francisco Solano López, presentándolo c
omo un gobierno poco prudente respecto de su política en el Río de la Plata. De este modo, López sería el responsable del estallido de la Guerra de la Triple Alianza.
Otros, en cambio, (el revisionismo argentino con José María Rosa y Miguel Angel Scenna) responsabilizan de la guerra al Imperio del Brasil -y particularmente a los intereses ganaderos de Río Grande- por su política intervencionista en el Uruguay, causa eficiente del conflicto con Paraguay pues el intervencionismo brasileño en Uruguay, respaldado por la Argentina, afectaba el equilibrio del área rioplatense que el régimen de Solano López estaba dispuesto a defender. La línea de este razonamiento implica que López decidió intervenir en la crisis oriental temiendo una futura intervención conjunta argentino-brasileña en territorio paraguayo.
Otra causa alegada por el revisionismo es la existencia de problemas limítrofes pendientes de Paraguay con la Argentina y Brasil, disputas territoriales no solucionadas y que tenían clave económica (el reclamo argentino en Misiones y el Chaco Central, el del Imperio en el norte y noreste de Paraguay, áreas ricas en yerbales)- agravadas por el problema de la fortaleza de Humaitá para la libre navegación del río Paraná. También figura en el enfoque revisionista como factor causal de la guerra la presión de la diplomacia británica para que López abriera su economía, que llevó al ministro británico en Buenos Aires y Asunción, Edward Thornton, a dar luz verde a la política mitrista contra López y los blancos uruguayos.
Otro factor que aparece en los revisionistas argentinos y en historiadores como el oriental Luis Alberto de Herrera o el paraguayo Cecilio Báez como un detonante de la Guerra de la Triple Alianza es la crisis oriental, y, en el caso específico de Báez, el poder de sugestión de la diplomacia oriental sobre Solano López para que éste adoptase una actitud intervencionista en la crisis entre blancos y colorados, respaldando a los primeros en nombre de la defensa del equilibrio en el Río de la Plata. De acuerdo con esta línea argumental que centra su causalidad en la crisis uruguaya, ante la intervención argentino-brasileña a favor de los colorados, los blancos que estaban en el gobierno uruguayo decidieron ir en busca de López, quien intervino como garante del equilibrio amenazado en el área rioplatense. (1)
Finalmente, Halperín Donghi y McLynn desechan las argumentaciones anteriores como causas directas de la Guerra de la Triple Alianza. Para ellos, el expansionismo brasileño, los recelos del régimen paraguayo de Francisco Solano López, la crisis interna oriental expresada en la lucha entre blancos y colorados, los intereses económicos de Río Grande, serían más bien factores estructurales que operaban en el panorama rioplatense. Pero el gatillo que hizo estallar el conflicto fue para ambos autores la actitud de la diplomacia mitrista respecto de Paraguay, vinculando la Guerra de la Triple Alianza con el proceso de formación y consolidación del Estado nacional argentino, objetivo éste al que Mitre apuntó. (2).


La guerra del Chaco se libró desde 1932 hasta 1935 entre Bolivia y Paraguay por el control de la región del Chaco Boreal; pese a su aridez y escasa población, el control de la misma motivó la contienda por el valor estratégico del río Paraguay, que la surca. El dominio del río abriría la puerta al océano Atlántico al país que dispusiese de él, una ventaja crucial para los únicos dos países no costeros de Sudamérica y una cuestión nacional para Bolivia, que había perdido el acceso al océano Pacífico en la llamada guerra del Pacífico de 1879. El descubrimiento de yacimientos petrolíferos en la precordillera andina alimentaba además la hipótesis del que el Chaco albergaría también reservas explotables.
La guerra del Chaco fue la primera guerra moderna en la historia de Latinoamérica; el enorme despliegue de material bélico y municiones no tiene comparación con ningún otro conflicto en la región a lo largo del siglo, ni siquiera la guerra de Malvinas. Durante tres años, 250.000 soldados bolivianos y 150.000 paraguayos se enfrentaron en los cañadones chaqueños. La malaria y otras enfermedades, al igual que la falta de agua diezmaron más los ejércitos que las balas. En lo económico la guerra fue un desastre para ambos países. Años después se descubrió que no existían más yacimientos petrolíferos aparte de los que ya se habían descubierto en la precordillera boliviana del Chaco.
Desarrollo
La guerra comenzó en 1932 cuando una expedición militar boliviana encuentra una laguna hacia el corazón de la zona en conflicto. Esta laguna se la bautiza con el nombre de Laguna Chuquisaca. Al ocupar la laguna, el ejército boliviano desaloja a los pocos paraguayos que custodiaban el lugar, los 18 hombres que conformaban la expedición realizaron una descarga de fusilería, el 15 de junio, ocupando el fortín paraguayo que se identificó luego como Carlos Antonio López. La laguna había sido descubierta un año antes por los paraguayos, y fue bautizada como laguna Pitiantuta. Su valor era estratégico para provisión de agua.
Durante la larga guerra los paraguayos usaron el estilo de envolvimiento, siempre procurando tener superioridad numérica. Mientras los bolivianos usaron armas caras y modernas los paraguayos usaron armas más convencionales, la Guerra del chaco también fue conocida como la guerra de las semiautomáticas (Madsen en en ejercito paraguayo y Vickers en el boliviano). El 23 de noviembre de 1934 los generales bolivianos frustados por el progreso de la guerra destituyeron al presidente Daniel Salamanca Urey, que estaba visitando el cuartel general en Villamontes, y lo sustituyeron por el vicepresidente José Luis Tejada Sorzano. Durante todo este tiempo Paraguay fue ayudado con armas e inteligencia por la Argentina.
El 12 de junio de 1935 fue declarado un cese de hostilidades. En ese momento Paraguay controlaba una gran parte del Chaco. Poco antes, el ejército paraguayo había llegado hasta el río Parapití, límite que lo consideraba histórico desde la época colonial española, y lo cruzó tomando la ciudad de Camiri, amenazando las ciudades de Santa Cruz, Tarija y Sucre. Hacia la cordillera, el Paraguay tomó las poblaciones de Crandaití, Izozog y la importante ciudad de Villamontes. El conflicto pasó de ser un conflicto por el Chaco, y se convirtió en un conflicto por la posesión de los pozos petroleros que Bolivia explotaba en la cordillera. Sin embargo, los paraguayos fueron repelidos hasta las cercanías de lo que hoy es la frontera definitiva entre Paraguay y Bolivia. Luego, se hizo la paz.
Después de largas y penosas negociaciones, el tratado para terminar la guerra fue firmado en Argentina el 21 de julio de 1938. El canciller argentino Carlos Saavedra Lamas, convocó a la Conferencia de Paz de Buenos Aires. Había ganado por su pericia y mediación diplomática el Premio Nóbel de la Paz de 1936, por su labor en pro de la paz en general, y en particular por haber inspirado el Pacto antibélico Saavedra Lamas, firmado por 21 naciones y convertido en un instrumento jurídico internacional. Tuvo un papel brillante como mediador para finalizar la guerra del Chaco.
Paraguay resultó el vencedor al conquistar las 3/4 partes del Chaco Boreal. Bolivia recibió una pequeña área hacia el río Paraguay, hoy día llamado Puerto Busch.
Antecedentes
La región central sudamericana conocida como Chaco se divide en tres regiones: el Chaco Gulamba, desde el río Bermejo en Argentina hasta el río Pilcomayo fronterizo con Paraguay; el Chaco Boreal, desde el Pilcomayo hasta el río Paraguay fronterizo con Brasil; y el Chaco Pantanoso o Pantanal Brasileño.
Las controversias sobre la soberanía del Chaco Boreal comenzaron desde la independencia misma del Paraguay de la Corona Española en 1811; casi de inmediato se hicieron sentir las presiones portuguesas por anexarse el territorio de la nueva república. A raíz de esto, el nuevo gobierno paraguayo comenzó de inmediato la construcción de fortalezas sobre el río Paraguay para contener el avance de los bandeirantes, mercenarios al servicio de la corona de Portugal. Una en particular (Fuerte Borbón, hoy Olimpo) fue construida en el alto Chaco Boreal, donde desde entonces se asentaron las tropas paraguayas.
Al independizarse el "Alto Perú", la actual Bolivia (1825), reclamó como herencia el territorio de la Real Audiencia de Charcas —que comprendía el Chaco Boreal, entre otros territorios—, basándose en el principio jurídico de uti possidetis iure, utilizado anteriormente por Portugal para justificar la expansión de sus posesiones brasileñas. Sin embargo, Paraguay siempre hizo uso de facto del territorio chaqueño, sin que jamás hubiera habido reclamos por parte del Alto Perú en época colonial, época en que la intromisión en jurisdicción ajena era penada con la muerte.
Finalizada la guerra de la Triple Alianza en 1870, Paraguay y Argentina acordaron someter la disputa del territorio chaqueño a arbitraje, con propósito de evitar un reinicio de las hostilidades. Fue elegido árbitro el entonces presidente de los Estados Unidos Rutherford B. Hayes, quien el 23 de noviembre de 1878 falló a favor de Paraguay. Los derechos de Paraguay sobre la región parecieron así confirmarse. Sin embargo, de inmediato Bolivia anunció su desacuerdo con el fallo, iniciándose así una larga batalla diplomática
Tratados sobre el Chaco
Desde principios del siglo XX se firmaron varios tratados entre Paraguay y Bolivia, en los que la mediación de otros países limítrofes y de la Sociedad de las Naciones buscó evitar el conflicto armado; ninguno de ellos, sin embargo, obró efectos duraderos, ya que no lograron armonizar los intereses de ambos firmantes.
El principal inconveniente era que Bolivia quería disponer de un puerto sobre el margen oeste del río Paraguay, en una zona accesible a barcos de tonelaje respetable, o incluso disponer de territorio en la margen este, para tomar como capital de su nuevo departamento a la ciudad de Concepción. Esta zona —a unos 250 km al sur de Bahía Negra, el poblado paraguayo más septentrional sobre el río Paraguay— hubiera cortado al país en dos, por lo que resultó inaceptable para los paraguayos, afectados por la debacle de la Guerra de la Triple Alianza; estos propusieron como frontera noroeste con Bolivia el río Parapetí, que a su vez pareció excesivamente restrictivo al gobierno boliviano.
Ocupación del territorio
Paralelamente a las conversaciones diplomáticas, Bolivia comenzó en 1905 a asentar pequeños destacamentos, llamados "fortines", en la zona disputada del Chaco, siguiendo la margen norte del Río Pilcomayo, y por otro lado hacia el Río Paraguay, buscando control de las escasas fuentes de agua dulce del Chaco. Debido a que las capas freáticas menos profundas y la mayoría de las escasas surgentes del Chaco contienen sal y otros minerales en proporciones que la hacen no potable, el dominio sobre las surgentes potables suponía el control efectivo del territorio.
La reacción paraguaya se hizo esperar, entre otras razones, por la inestable situación del país, sujeto desde 1904 a una sucesión de golpes de estado, revoluciones y guerras civiles; las cuestiones territoriales ocuparon un segundo plano respecto al ordenamiento institucional. Sin embargo, eventualmente el ejército comenzó a tomar posesión del territorio de manera similar, estableciendo pequeños fortines y tratando de encontrar y controlar las fuentes de agua dulce. La situación era propicia para que, tras el encuentro de las fuerzas, se iniciaran abiertamente las hostilidades.
Hacia estas fechas llegó a Asunción un grupo de inmigrantes menonitas a los que el gobierno otorgó en 1928 territorios para colonizar en plena región chaqueña; la ocupación civil de parte paraguaya también daba inicio.
En 1928, un incidete en el fortin Samaklay, costo la vida del teniente paraguayo Rojas Silva y su unidad, como respuesta se generaron violentas prototestas estudiantiles en Asunción. La Guerra parecía inevitable El conflicto lo desencadenó el Incidente de Laguna Chuquisaca.